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5 de mayo de 2017

La breve experiencia de un huésped en el Monasterio





Titulo redefinido que por pretencioso no me atreví a poner, porque me pareció que estaba sujeto a conclusiones de experiencias de poco peso. La experiencia monástica.

Tomé posesión de la habitación 15 de la hospedería después de una pequeña espera donde hubo de todo menos entusiasmo de acogida, reconozco mi culpa por no haber reservado, parece ser que era imprescindible, superado el contratiempo hice mía la 15, sobria en decoración y mobiliario, no es para menos estoy en el monasterio de Santa María de Sobrado, pero una ventana me comunica con la naturaleza y el color.
Una visión bucólica, prado con vacas, no podré decir del país, pues son frisonas, el prado si es desigual, las vacas se afanan en buscar el mejor bocado y los pájaros aprovechan oportunos, el escándalo de las vacas en los insectos al deambular, dando buena cuenta de ellos.
El prado limita con un arroyo cuyo cauce se adivina por el rosario de sauces que lo señalan.
Por fin he vuelto a Sobrado, quizás pasaron 54 años de aquella visita que tanto impactó a aquel niño de unos 11 años.
Tanto respeto al regresar desvela un cierto temor a las emociones que vuelvo a encender sin saber a dónde me van a llevar.