24 de agosto de 2017

Alfabetización informacional - Information Literacy - ALFIN



Aunque es la típica expresión resultado de una traducción literal de otro idioma y que nos cuesta encontrarle sentido en el nuestro, tiene mucha importancia porque son las habilidades que debemos incorporar a nuestro acervo con objeto de adquirir competencias autónomas para manejarnos en la búsqueda de la información.
Reflexiones de Félix Benito Morales, XIV Jornadas Bibliotecarias de Andalucía. Antequera (Málaga) 15 al 17 de marzo de 2007.
La competencia informacional es común a todas las disciplinas, a todos los entornos de aprendizaje, a todos los niveles de educación. Por tanto podemos considerarla como una disciplina transversal, teniendo en cuenta, “el aprendizaje a lo largo de la vida”, incorporando como alumnos personas de edades diversas todas ellas en el marco del ámbito laboral, 40,50, 60,…años.
Permite a los aprendices dominar el contenido y ampliar sus investigaciones, ser más autónomos y asumir un mayor control en su propio aprendizaje.

Competencia informacional:
Según la Association of College & Research Libraries - Information Literacy Competency Standars.
Se puede definir la competencia informacional como la adquisición por parte del estudiante de las habilidades siguientes:
-El estudiante busca la información que necesita.
-El estudiante analiza y selecciona la información de manera eficiente.
-El estudiante organiza la información adecuadamente.
-El estudiante utiliza y comunica la información eficazmente de forma ética y legal, con el fin de construir conocimiento.
El concepto de aprendizaje permanente o a lo largo de la vida (lifelong learning) amplía la significación debido al difícil y cambiante mercado laboral y el constante desarrollo de la ciencia y la técnica, el aprendizaje permanente se está convirtiendo en un modo de vida, en una actitud interiorizada y habitual de plantearse interrogantes y buscar respuestas o alternativas, de procesar información y convertirla en conocimiento, que tenemos todos que asumir como algo propio de nuestra época.
La alfabetización informacional es un concepto integrador de los alfabetismos necesarios para formar a los ciudadanos en el aprendizaje a lo largo de la vida, e implica el desarrollo de las habilidades y estrategias en el acceso a la información, y su manejo eficaz. Supone, en pocas palabras, un proceso de instrucción cuya finalidad esencial es que un individuo sea capaz de resolver problemas y tomar decisiones, mediante la búsqueda, comprensión, evaluación y comunicación de información. Por tanto, ALFIN es más que la memorización de nuevos conceptos relacionados con la información, y mucho más que la formación en el manejo de nuevas tecnologías. Es un paradigma teórico orientado a potenciar las buenas prácticas de modelos formativos para aprender a aprender, en espacios educativos formales o no formales, como las bibliotecas. Sin duda ha perdido relevancia la selección de los contenidos curriculares y ha ganado importancia la manera en cómo se enseñan; va perdiendo relevancia la memorización de conceptos y hechos, y va ganando importancia cómo el aprendiz va adquiriendo autonomía, va modelando un pensamiento crítico, va interiorizando una necesidad vital de cuestionar razonamientos, hacerse preguntas y buscar respuestas. En este sentido, un aspecto significativo de la ALFIN, es el desarrollo de las denominadas estrategias de aprendizaje, que se definen como un sistema personal de planificar y supervisar lo que se hace para aprender, de lo que se hace en tareas complejas que conllevan el manejo de información.
Educación en valores:
ALFIN lleva además una gran carga de educación en valores:
- En primer lugar, para potenciar actitudes y comportamientos éticos relacionados con la información, con temas como el plagio o la propiedad intelectual, así como la valoración y respeto de su personal y sus espacios.
- En segundo lugar, para facilitar y mejorar las relaciones interpersonales, mediante el aprendizaje de nuevas formas de comunicación y difusión de ideas, como los servicios de mensajería electrónica o los blogs, siendo conscientes de los peligros de Internet.
- Y en tercer lugar, para desarrollar hábitos y actitudes que mantengan la inquietud por aprender cuando una persona haya terminado su formación obligatoria. Creo que hoy en día, todos somos conscientes de la importancia de los factores emocionales en el aprendizaje, de la necesidad de fomentar una autoestima positiva en el aprendiz, una autoconfianza en las propias capacidades, para que tenga ilusión por aprender. Muchos de los estudiantes estudian para aprobar, no para aprender; no sienten curiosidad por saber más de los temas de las asignaturas, ni sienten la necesidad de consultar otros libros o materiales, a no ser que les obligue el profesor; No valoran la importancia de tener otros puntos de vista sobre lo que aprenden, y aceptan afirmaciones o argumentos sin pedir razones o justificaciones. No son conscientes de la importancia de la organización de la información en la sociedad, ni tampoco suelen tener hábitos o recursos para la organización personal.
Por ello, dos reconocidos psicopedagogos, Carles Monereo Font y José Ignacio Pozo Municio, en un Decálogo para el Futuro que publicaron en la Revista Cuadernos de Pedagogía en enero de 2001, resumían las diez competencias educativas que consideraban básicas para vivir en la sociedad del conocimiento, en dos, simples de enunciar, pero difíciles de conseguir:
- Deberás conocerte a ti mismo, saber lo que sabes y lo que desconoces, lo que puedes y no puedes hacer, lo que quieres y lo que no, porque sólo así podrás superarte.
- Deberás quererte a ti mismo, valorarte y estimarte, pero también exigirte, porque sólo así los demás te querrán, te valorarán y te estimarán, y de esta manera también podrás superarte.
Es decir, - “conócete y quiérete” – o en formato académico desarrolla tu metaconocimiento y tu autoestima.
Pensamiento, Información y Valores, es decir, aprender a pensar, aprender a informarse y aprender a vivir: aprender a pensar para aprovechar los recursos mentales para procesar y transformar la información en conocimiento; aprender a informarse para conocer las técnicas y utilizar las herramientas tecnológicas que facilitan la localización, manejo y comunicación de la información; y aprender a vivir, para ser consciente de las necesidades y retos de la sociedad de la información, adquirir hábitos y actitudes que nos permitan afrontarlos y desarrollar una ciudadanía activa.
Creo que son muchos los contenidos que pueden integrarse en un proyecto de ALFIN, dado que tienen cabida todos aquellos que facilitan el desarrollo personal, académico y profesional de una persona en la sociedad de la información, desde la educación infantil hasta la educación universitaria, así como en segmentos de la población fuera de las instituciones educativas formales.
Pero la principal dificultad en el desarrollo de un programa ALFIN no está en la concreción de objetivos, sino en el diseño y desarrollo de actividades, adaptadas a las características psicológicas, niveles de conocimientos e intereses, de los diferentes segmentos de la población. No es lo mismo enseñar a leer y escribir a un niño de cuatro años, que a una persona de sesenta, o a una persona extranjera. Se requieren diferentes estrategias de motivación, diferentes contenidos temáticos, y diferentes recursos.
Ejemplo de curso ALFIN:
A continuación les describo una propuesta de diseño de curso para llevar a cabo en la biblioteca, de forma presencial, y que pretende desarrollar competencias en el manejo de información. Tiene las siguientes fases:
1. Selección de un segmento de la población con necesidades específicas de alfabetización, y que consideremos que no disponen en la localidad, de una oferta instructiva en instituciones educativas formales.
2. Búsqueda, si lo consideramos conveniente, de aliados o personal colaborador. Creación de un equipo de trabajo multidisciplinar.
3. Búsqueda de documentación y/o experiencias similares para la recogida de ideas y materiales.
4. Planificación, mediante una tabla o plantilla,  de las variables básicas en un proceso de aprendizaje: objetivos, contenidos temáticos, recursos y criterios de evaluación.
5. Determinación de las actividades del programa en cinco módulos, desde la perspectiva del aprendizaje estratégico:
- Arranque instructivo: en esta primera fase, se pretende sensibilizar a los usuarios sobre los nuevos aprendizajes, y orientarles sobre el desarrollo del programa. Se comienza con una presentación de los participantes y una reflexión en grupo sobre sus necesidades formativas, sobre lo que esperan aprender, de manera que el mediador pueda determinar los conocimientos previos de que disponen los  aprendices sobre el tema. Después se les explican los objetivos y las diferentes partes del programa que van a llevar a cabo, y se les enseñan y se describen (si no los conocen) los espacios donde se va a desarrollar. Por último se les entrega una carpeta con los datos y el calendario del curso, la documentación y textos seleccionados, así como una plantilla con diferentes ítems, para que lleven un control de sus avances en el aprendizaje, y les sirva al final del curso de autoevaluación.
- Desarrollo cognitivo-lingüístico: Este segundo módulo tiene numerosas posibilidades, dependiendo de la edad, las características y las necesidades de los usuarios. A partir de los documentos incluidos en la carpeta, podemos  trabajar las ideas básicas del programa, mediante el desarrollo de técnicas de mejora de la comprensión lectora, que les sirva para entender el vocabulario, seleccionar las ideas principales, y elaborar resúmenes o mapas conceptuales. Asimismo, en este módulo se  puede reflexionar sobre los pasos necesarios para conseguir un buen aprendizaje, utilizando alguno de los múltiples modelos de procesos de solución de problemas, como Big6 skills, BigBlue, o el esquema de la OSLA (Ontario School Library Association).
- Formación documental-tecnológica: En este tercer módulo, el mediador explica y realiza de forma práctica, los nuevos procedimientos o las técnicas específicas del programa para el manejo de información; posteriormente los usuarios realizan prácticas guiadas, bajo la supervisión del mediador.
- Trabajo por proyectos: En este módulo los usuarios aplican los nuevos aprendizajes, realizando un proyecto, de forma individual o  cooperativa, relacionado con sus intereses.
Para ello planifican las fases de su proyecto, localizan y seleccionan información, sacan sus conclusiones y elaboran un trabajo, para posteriormente exponerlo a sus compañeros, con diversos recursos.
- Evaluación: En este último módulo, se  hace una valoración, tanto del proceso de aprendizaje, utilizando las plantillas de autoevaluación de los aprendices, así como de los conocimientos y las competencias adquiridas, mediante una prueba o cuestionario, o simplemente valorando los trabajos realizados a lo largo del programa. Para acabar el programa, los aprendices difunden su experiencia mediante los medios de que se disponga en la biblioteca: paneles informativos, foros, revistas, blogs o páginas web.
Esta propuesta de curso o iniciativas similares son adecuadas como apoyo al recurso digital de documentalista.
Félix Benito Morales
XIV Jornadas Bibliotecarias de Andalucía. Antequera (Málaga) 15 al 17 de marzo de 2007
Más que palabras: las bibliotecas motor de transformación social.
El texto en cursiva son comentarios aportados por csl.
csl.



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