14 de noviembre de 2016

A propósito de USA




14/11/2016.- Momento oportuno para publicar y recordar este articulo Extraído de YES! magazine, verano 2006.
El poder de las historias

Durante 5.000 años, la clase dominante ha cultivado, premiado y amplificado las voces de aquellos cuentacuentos cuyas historias afirman la rectitud del Imperio y niegan el superior potencial de nuestra naturaleza para vivir en paz y en cooperación. Siempre ha habido entre nosotros personas que sienten las posibilidades de la Comunidad de la Tierra, pero sus historias han sido marginadas o silenciadas por los instrumentos de intimidación del Imperio.
Las historias repetidas incesantemente por los escribas del Imperio se vuelven las historias más creídas. Las historias con mayor potencial para la esperanza pasan desapercibidas o desatendidas y aquellos que disciernen la verdad son incapaces de identificarse y apoyarse mutuamente en la causa común de decir la verdad.
Afortunadamente, las nuevas tecnologías de comunicación están rompiendo este patrón. A medida que los que cuentan la verdad llegan a un público más amplio, los mitos del Imperio se vuelven más difíciles de mantener.
La lucha por definir las historias culturales imperantes define en gran medida la política cultural contemporánea en los Estados Unidos. Una alianza de extrema derecha de plutócratas, elitistas, corporativos y teocráticos religiosos han ganado el control del discurso político en los Estados Unidos, no por la fuerza de sus números que son relativamente pequeños, sino mediante el control de las historias por las que la cultura imperante define el camino a la prosperidad, la seguridad, y el sentido de las cosas.
En todos los casos las versiones de estas historias apoyadas por la extrema derecha afirman las relaciones de dominación del Imperio. La historia de la prosperidad imperial dice que una economía en eterno crecimiento beneficia a todos. Para hacer crecer la economía necesitamos gente rica que pueda invertir en empresas que crean puestos de trabajo. Por lo tanto, debemos apoyar a los ricos mediante la reducción de sus impuestos y eliminando las regulaciones que crean barreras a la acumulación de riqueza. También debemos eliminar los programas de bienestar social con el fin de enseñar a los pobres el valor de trabajar duro por los salarios que ofrece el mercado.
La historia de la prosperidad imperial habla de un mundo peligroso, lleno de delincuentes, terroristas y enemigos. La única manera de asegurar nuestra seguridad es a través de grandes gastos militares y policiales para mantener el orden por la fuerza física.
La historia imperial del sentido de las cosas refuerza a las otras dos, con un Dios que premia la rectitud con riqueza y poder y que manda a los ricos gobernar a los pobres. El sufrimiento de estos últimos es un justo castigo divino por sus pecados. Todas estas historias sirven para alienarnos de la comunidad de la vida y negar el enorme potencial positivo de nuestra naturaleza, al tiempo que afirman la legitimidad de la desigualdad económica, el uso de la fuerza física para mantener el orden imperial, y la rectitud especial de los que están en el poder. No es suficiente, como muchos están haciendo en Estados Unidos, con debatir los detalles de las políticas fiscales y educativas, o alcanzar acuerdos sobre presupuestos, guerra y actividades comerciales en busca de una agenda política positiva. Tampoco es suficiente elaborar consignas atractivas para las grandes masas cuyo objetivo es ganar las próximas elecciones o el debate político.
Tenemos que inculcar en la cultura dominante las historias de la Comunidad de la Tierra. Así como las historias del Imperio alimentan una cultura de dominación, las historias de la Comunidad de la Tierra fomentan una cultura de colaboración.
Afirman el potencial positivo de la naturaleza humana y muestran que alcanzar la verdadera prosperidad, seguridad y sentido depende de la creación de comunidades vibrantes, solidarias, vinculadas entre sí que apoyen a todas las personas en la realización de su humanidad plena.
Compartir la alegría de nuestras posibilidades humanas a través de la palabra y la acción es quizás el aspecto más importante de la Gran Obra de nuestros tiempos.
Cambiar las historias imperantes en los Estados Unidos puede ser más fácil de lograr de lo que podríamos pensar. A pesar de las aparentes divisiones políticas, ciertos sondeos en los EE.UU. revelan un sorprendente grado de consenso sobre cuestiones claves. El ochenta y tres por ciento de los estadounidenses cree que, como sociedad, Estados Unidos está centrado en prioridades equivocadas. La gran mayoría querría dar más prioridad a los niños, a las familias, a las comunidades y a un medio ambiente sano. Los estadounidenses también quieren un mundo que ponga a las personas por delante de las ganancias, los valores espirituales por delante de los valores financieros, y la cooperación internacional por delante de la dominación internacional. Estos valores de la Comunidad de la Tierra son de hecho ampliamente compartidos por conservadores y liberales.
Nuestra nación está en el camino equivocado no porque los estadounidenses tengan valores incorrectos. Está en el camino equivocado por vestigios de instituciones imperiales que le están otorgando un poder irresponsable a una pequeña alianza de extremistas de derecha que se autodenominan conservadores y que alegan apoyar los valores familiares y las  comunidades, pero cuyas políticas económicas y sociales preferidas constituyen una guerra cruel contra niños, familias, comunidades y el medio ambiente.
La particular capacidad humana para la reflexión y la elección intencional conlleva una responsabilidad moral de cuidarnos los unos a los otros y de cuidar el planeta. Nuestro deseo más profundo es, de hecho, vivir relaciones basadas en el amor. El deseo por vivir en familias y comunidades amorosas es una latente fuerza unificadora muy poderosa y un fundamento potencial para una coalición política ganadora dedicada a crear sociedades en las que las personas puedan desarrollar su más alto potencial.
En estos tiempos turbulentos y a menudo atemorizantes, es importante recordarnos a nosotros mismos que tenemos el privilegio de vivir en el momento más emocionante de toda la experiencia humana. Tenemos la oportunidad de alejarnos de Imperio y abrazar la Comunidad de la Tierra como una elección colectiva consciente. Nosotros somos los que hemos estado esperando.
Extraído de YES! magazine, verano 2006.
Pues si, para extraer muchas consecuencias.
csl


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